sábado, 30 de mayo de 2009

Saturday, de Ian McEwan

Es difícil darse cuenta cuando nos encontramos ante un clásico contemporáneo, ya que el tiempo aún no les ha pasado su test implacable. Sin embargo, unos pocos convalidan ese test reflejando con pasmosa facilidad las ansiedades globales del nuevo siglo. El último creador de este calado que encontré, hace unos años, fue Paul Auster. Hace unos meses leí On Chesil Beach, que ya me dejó sin respiración. Hace unas semanas terminé Saturday, un fresco en veinticuatro horas sobre uno de los días más significativos de la historia occidental.

lunes, 25 de mayo de 2009

¿Qué fue de Juan Manuel de Prada?

¿Alguien me puede decir dónde está el escritor que me emocionó hace diez años con obras soberbias como "Las Máscaras del Héroe"? Sé que nunca que fue el adalid de la progresía, pero su deriva vertiginosa hacia los sumideros de la derecha es un delito para quien, yo pensé hacia más de una década, podía convertirse en uno de los genios de la literatura española del siglo XXI. Es curioso que el crecimiento del articulista de ideas ultramontanas haya sido a expensas del creador. Un dato: no ha publicado una novela digerible desde la magnífica exégesis que elaboró sobre la vida de Ana María Sagi en "Las Esquinas del Aire" hace ya más de una década. La última joya de este doctor de la demagogia fascistoide es el artículo que ha publicado hoy, 25 de mayo, en ABC sobre Bibiana Aído en el que entre otras perlas la llama reptil o inhumana, eso sí entre una gran verborrea etimológica ahíta de figuras retóricas que no aciertan a disfrazar lo repugnante de su mensaje antiabortista.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Trajes a su medida

Hay algo que me abochorna mucho más que a Francisco Camps le hagan trajes a la medida de su nula convicción democrática, mucho más que el susodicho se mamonee con esa altivez de rayos uva de las instituciones que lo están juzgando, y es el esperpento que dan los tifossi peperos a la entrada del juzgado, como si fuera a saltar a jugar la final de la Champion la Unión Deportiva Gürtel contra los indeables progres.
Lo malo de todo esto es la convicción que tengo (que alguien me rescate de este pesimismo, por favor) de que lo que está ocurriendo no le va a restar ni un solo voto en unas hipotéticas elecciones regionales. El levante está vendido a los especuladores y a los políticos neoliberales que los secundan. Yo soy de Murcia y he visto cómo una región tradicionalmente de trabajadores ha cerrado filas en torno a unos políticos ultraconservadores que, a base de ladrillo y demandas hídricas imposibles, le han tapado la razón a gran parte de la población. Y eso, mal que nos pese, no lo van a arreglar unos trajes mal pagados.

martes, 19 de mayo de 2009

I wanna be Clint Eastwood -- in Madison County Bridges


Una de las referencias de masculinidad clásica para mí es el personaje que encarna Clint Eastwood en la maravillosa película Los Puentes de Madison, la cual, afortunadamente, está muy lejos de ser el pastelón romántico para menopáusicas que es como la describen sus muchos detractores.
De eso me he dado cuenta hoy, mientras escalaba con mi Rockrider las colinas que circuncidan la zona de la Mearrera, muy cerca del Molino Alto. Necesitaba urgentemente salir de casa, del pueblo, de la rutina diaria y, sobre todo, de los estreses del instituto y de su gentuza. La bici este año está siendo una vía de escape totalmente inesperada, quién lo iba a decir después de tantos años de injusto abandono de los pedales. Mientras iba subiendo por los caminos empedrados me iba encontrando más y más solo. Yo y la naturaleza, que es lo mismo que decir, yo y ninguna interferencia artificial con el reflejo de yo mismo y mi circunstancia. Enseguida, como me ocurre en estos casos, me ha venido a la mente el viaje más importante que he hecho en mi vida, el del año pasado por Estados Unidos. Me ha asaltado el momento en el que, cruzando el norte de Tejas desde Dallas hasta Amarillo, paré el coche en medio de la nada y contemplé un atardecer rojizo como la cal sobre el cañón de Palo Duro, según dicen el segundo más grande del país después del Colorado. Recuerdo que las lágrimas asaltaron mis ojos y no fue de alegría, sino de sorpresa por encontrar dentro de mí algo que sólo es compatible con la más absoluta soledad voluntaria. La soledad del viajero, dirían algunos. Es posible. Enseguida, mientras seguía escalando, he pensado cuándo será el siguiente viaje parecido al del año pasado. Quizá es necesario que transcurra algún tiempo para que termine de digerir todo lo que las entrañas de EEUU me otorgó, que fue bastante.
Lo que está claro es que, cuando cumpla sesenta años y esté ajado físicamente, me gustaría parecerme a ese fotógrafo de la National Geographic, capaz de dejarse sorprender por unos puentes en medio de la nada de Iowa, y de despertar la curiosidad por el mundo indescubierto en una mujer como la Francesca encarnada por la eterna Maryl Streep. Claro, que en mi caso preferiría alguien más parecido a George Clooney.

jueves, 14 de mayo de 2009

Saturday, de Ian McEwan

Es difícil darse cuenta cuando nos encontramos ante un clásico contemporáneo, ya que el tiempo aún no les ha pasado su test implacable. Sin embargo, unos pocos convalidan ese test reflejando con pasmosa facilidad las ansiedades globales del nuevo siglo. El último creador de este calado que encontré, hace unos años, fue Paul Auster. Hace unos meses leí On Chesil Beach, que ya me dejó sin respiración. Hace unas semanas terminé Saturday, un fresco en veinticuatro horas sobre uno de los días más significativos de la historia occidental. Utilizando referencias clásicas en cuanto al encuadre temporal (Joyce hizo el mismo homenaje a la duración de un día un siglo antes), Ian McEwan forma todo un zeitgeist, o lo que es lo mismo, un retrato del alma del siglo XXI.