lunes, 23 de junio de 2008

Sigfrido, España y los partidos que no veré

Pocas veces me suelo perder un partido internacional tan trascendental como el de ayer entre España e Italia. La última vez que me ocurrió una cosa parecida fue en el Mundial de EEUU, en los octavos de final cuando derrotamos a Suiza por 3-0. Entonces fue porque tuve que actuar en una representación teatral en Cartagena a la que, por supuesto, no fue ni Dios, sólo el jurado del Murcia Joven que nos dejó relegados a una discretísima posición. Ayer la ocasión era la puesta en escena de la tercera parte de El Anillo de los Nibelungos en el Palau de la Música. Cuando compré por internet las entradas no caí en ver qué fechas esa cuartofinables, entre otras cosas porque con España nunca se sabe. Tampoco caí cuando reservé el vuelo a Chicago que el equipo nacional estaría jugando las semifinales durante mis últimas dos horas de vuelo, ni que, en caso de llegar a la final, la disputaría justo durante las horas en las que yo cogería el coche rumbo a la ruta 66. Pero así va a pintar esta Eurocopa para mí, para una vez que hay posibilidades reales de ganarla. Menos mal que no soy un fan fatal, aunque si lo fuera como Nick Hornby lo es de su Arsenal, mucho me hubiera cuidado yo de hacer planes más allá del fútbol.

domingo, 22 de junio de 2008

State and Main, de David Mammet

Revisitación de La Noche Americana de Truffaut en la América provinciana de Vermont. Sutilísimo sentido del humor que revisa temas nacionales sobre la industria del cine. Sarah Jessica Parker en estado pre-sexual en Nueva York.

Encuentros en los no-espacios II: con los que nunca quedas

Missing, 28 años, Villena. Dice llamarse Jose. He estado chateando con él casi dos meses. Hemos dicho de quedar pero por una circunstancia u otra no ha podido ser. Situación típica esta, ¿no? ¿A cuántos no nos ha ocurrido una cosa similar en los últimos meses al menos dos o tres veces? Es algo ya tan habitual conocer a alguien en la red y levantar expectativas (aunque sea para echar un buen polvo rápido) que luego no se cumplen que estoy seguro que forma parte de la experiencia colectiva del gay de principios de siglo.


Joaquín, 32 años, Almansa. Le llaman Chimo. Armariado total, lo que no constituye ninguna novedad entre los maricones de esta localidad que se hallan en esa franja de edad. No pone nunca foto en la ventana de presentación, con lo cual yo le pongo siempre un dibujo de un diablo travieso que me bajé de internet. Una vez logré que colocara una foto, aunque apareció del revés. Creo que lo hizo a propósito para que me costara reconocerlo, cosa que no hice. Como casi todos los armariados, apenas ofrece nada interesante que contar.

Rafael, 35 años, Almansa. Dice que es de Alcázar de San Juan y que se encuentra aquí por motivos de trabajo. Curra en una caja de ahorros. Una vez, borracho y a las tantas de la mañana, me tiró los trastos y me animó a que fuera a su casa, pero no debió de estar muy convencido por cuanto no fui. Desde entonces ha tenido apariciones esporádicas. No sé cuáles son sus hobbies ni a qué dedica el tiempo libre, pero mucho me huelo que no debemos tener mucho en común.

Robert, 33 años, Valencia. Aquí el problema lo he tenido yo, ya que he sido yo el que ha rehusado quedar en varias ocasiones. Quizá es por mi falta de libido, quizá por la distancia, el caso es que llevo casi dos años chateando con alguien lo suficientemente interesante como para pasar un buen rato más allá de las distanciadas pantallas de ordenador que nos sirven de medio de comunicación. Hablamos de política sobre todo, despotricamos de los pocos servicios públicos por los que la derecha rancia de nuestro país apuesta, sobre todo en su comunidad autónoma.

Eeoo, 22 años, Almansa. Ni idea de cómo se llama ni ganas de descubrirlo. La última vez que chateé con él me preguntó (más bien me dijo) que para qué servía la tesis que estaba elaborando. No sé ni cómo no lo he eliminado. ¿Quizá porque está bueno y no descarto intentar tirármelo en un momento de desesperación?

José Ramón, 31 años, Almansa. Con este sí quedé. Me dio una vuelta en su coche y durante semanas después estuvimos aplazando indefinidamente jugar al tenis, aunque las horas intempestivas que a él le venían bien lo hacían virtualmente imposible. Desde entonces han pasado muchos meses en los que hemos estado conectados a la vez y no nos hemos dicho nada. Tendré que eliminarlo, puesto que lo más probable es que él haya hecho lo propio conmigo.

Mark, 37 años, Valencia, inglés. Me ha animado muchas veces ha quedar, muchas veces lo hemos hecho pero al final yo siempre me he rajado. En el fondo creo que no me gusta lo suficiente. Hace tiempo que no lo veo por el no-espacio. Me habrá eliminado.

Gary, 40 años, Ontinyent, ingles. Situación muy parecida a la de su compatriota. Antes tenía novio, pero las cosa no les iban bien. Lo eliminé durante un tiempo, pero volví a agregarlo, no sé para qué porque aparte de las ganas puntuales de quedar no hay nada que nos una como seres humanos. He echado un vistazo a las direcciones y no lo he visto. Lo habré eliminado sin darme cuenta. Ninguna gran pérdida, la verdad.

Lobezno, 28 años, Almansa. Quizá él sea el primero cronológicamente en esta lista. Tanto Miguel como Antoñito lo conocen. Hace dos años estaba armariadísimo, pero hoy en día creo que es una figura prominente entre el mariconerío de la zona, de lo cual me alegro por él, sobre todo teniendo en cuenta que hace dos años me contó que aún no había follado con ningún tío. Llegué a pensar que a lo mejor yo podría ser el primero, pero eso fue antes de conocer a Dimas, Raúl, Villenero y todo el tsunami erótico que vino con ellos. Creo que nos eliminamos hace ya mucho tiempo.

Aparte de toda esta lista, hay una mucho más amplia: la de aquellos con los que chateas una vez que te es suficiente para darte cuenta que, aparte de la urgencia de follar, nada te unirá a ellos. La urgencia de follar es todo un motor socializador, lo que pasa es que cuando acumulas en exceso tienes que filtrar a la fuerza. Otro día, dedicaré un espacio a los mejores encuentros en los no-espacios, aquellos que franquean la frontera hacia los espacios de verdad, que también los hay.

sábado, 21 de junio de 2008

Tres días

El fin del mundo es lo de menos. Lo importante es apropiarse del estado de inocencia.

Nocilla Dream

Robert Altman globalizado y en proceso de constante deconstrucción. Toda una Babel de historias y no ficciones.

viernes, 20 de junio de 2008

XXY, y la destrucción de la lógica binaria de género

Lucía Puenzo es escritora, y eso se nota en la manera que tiene de narrar. También es oriunda del Mar de la Plata, como Ernesto Sábato o Mario Benedetti, y su predilección por la extrañeza dentro de un irrenunciable realismo la emparentan a estos dos grandes maestros de la narrativa del veinte.

La hija del gran de director de La Historia Oficial sabe contar historias también en celuloide, el soporte complementario de la narrativa en tiempos ya posmodernos. Con una historia amarga, esperanzadora, trágicamente revolucionaria, se sitúa un paso más allá de lo que maestras de lo extraño como la sureña Carson McCullers hubieran hecho de haber habitado la uruguaya región de la Plata en días como hoy. La escritora de Georgia vislumbró, hace más de sesenta años en novelas como El Corazón es un Cazador Solitario o Reflejos en un Ojo Dorado, el potencial disruptivo que tenía poner en jaque la asunciones tradicionales de género. Su campo de acción fue el viejo sur de los Estados Unidos, donde lo genéricamente extraviado se presentaba de forma grotesca aunque contestaria. Lucía Puenzo propone una historia de hermafroditismo en un punto fronterizo entre Uruguay y Argentina, alejado de los mundanales rumores.

Cuando Ramiro y Erika van a visitar a Kraken y Suli, invitados por esta última, tienen un objetivo en mente: resconducir la vida sexuada de la hija quinceañera de estos últimos, Alex, que habiendo nacido con cromosomas de mujer, también lo hizo con genitales masculinos.

La verdadera lucha por una identidad más allá de la obligatoria dualidad la vive la propia Alex con el hijo de los invitados de sus padres, Álvaro, quien apenas cuestiona extrañeza alguna en la chica como no sea por el resquemor que le produce no ser amado por ella.

Lo esperanzador de la película reside en la apuesta por la sinceridad de personajes como la propia Álex que, desde la androginia de su propio nombre, niega que haya obligatoriedad por elegir entre ser hombre o ser mujer. “¿Y si no hubiera nada que elegir?” le dice a su madre mientras tira las pastillas que habrían de perpetuarla en una feminidad artificial. Los sentimientos de los hombres que rodean y quieren a Álex por quien es y no por lo que es son también alentadores: su propio padre, quien se negó a operarla cuando nació, su mejor amigo Vando, y un Álvaro que, a pesar de ser quien más sufre y más pierde en esta batalla de confusiones, se lanza a ella sin ningún ansia de abrazar ninguna categoría estanca. Los seres humanos, así, fluyen, como la propia agua del río que inopinadamente sirve de frontera entre dos países, tal y como muestra la última secuencia.

miércoles, 18 de junio de 2008

Encuentros en los no-espacios

Hace más de año intenté reanudar una relación con un chico de Alicante llamado Javier. Así me dijo que se llamaba dos años atrás, cuando lo conocí en el Gaydar. Esa misma noche, arrebatado por un insaciable deseo de zambullirme en lo desconocido, conduje hasta la costa para verle. Pasamos una noche bebiendo poco, hablando mucho y follando nada. A las seis de la mañana me vine con una frustración bastante palpable y dormí hasta las tres de la tarde.

Cuando hace poco más de un año volví a chatear brevemente con él, lo hice porque me llamó la atención el subnick que tenía, algo así como redefiniendo el espacio. Le entré y le pregunté qué quería decir con ello, pensando yo que tendría que ver con sus estudios de arquitectura. Tras recordar quién era yo, me explicó que se estaba leyendo un estudio sobre la sobremodernidad, Los no Lugares: Espacios del anonimato, de un tal Marc Augé. Enseguida me puse a preguntarle de que iba y veinticuatro horas más tarde ya me había comprado el libro para descubrir por mí mismo qué había querido decir ese fugaz Javier (no he vuelto a saber de él) con redefinir el espacio.

Vivimos en una era virtual, donde los sentidos, para aprehender el conocimiento, deben actualizarse. Los lugares, en términos físicos, se pueden considerar como no lugares, aunque yo me resisto a creer que las relaciones que establecemos en ellos sean no relaciones. Marc Augé arguye que pasamos buena parte de nuestra existencia viendo caras anónimas en sitios de paso. Él destaca las autopistas, los aeropuertos, pero no tiene en cuenta la repercusión que para su idea central sobre la provisionalidad y el no espacio tienen los chats hoy en día.

Digo todo esto porque últimamente he estado encerrado en casa dándole los últimos toques a mi tesis y recuperándome de esta maldita depresión. No se puede decir que haya estado solo, y no solamente por la compañía que Miguel y Antonio me han prestado, sino por la que he encontrado con gente a la que a lo mejor no llego a conocer nunca cara a cara. ¿Cuánto tiempo llevo cateando de forma regular en el messenger? ¿Tres, cuatro años? En todo este tiempo me he comunicado con gente a la que no he llegado a ver en persona pero que, de forma puntual me ha podido ayudar, de la misma manera que la finlandesa Tania me ayudó cuando era yo adolescente a escribir cosas que nunca les hubiera dicho a mis mejores amigos. Tania fue mi penfriend durante casi ocho años y nunca la llegué a ver. A través del messenger he tenido actos de comunicación interesantísimos con gente a la que posiblemente no vaya a ver en mi vida, ni falta que nos hace. Quizá nuestros encuentros sean en el no espacio, pero nunca se podrán considerar no encuentros.