Missing, 28 años, Villena. Dice llamarse Jose. He estado chateando con él casi dos meses. Hemos dicho de quedar pero por una circunstancia u otra no ha podido ser. Situación típica esta, ¿no? ¿A cuántos no nos ha ocurrido una cosa similar en los últimos meses al menos dos o tres veces? Es algo ya tan habitual conocer a alguien en la red y levantar expectativas (aunque sea para echar un buen polvo rápido) que luego no se cumplen que estoy seguro que forma parte de la experiencia colectiva del gay de principios de siglo.
Joaquín, 32 años, Almansa. Le llaman Chimo. Armariado total, lo que no constituye ninguna novedad entre los maricones de esta localidad que se hallan en esa franja de edad. No pone nunca foto en la ventana de presentación, con lo cual yo le pongo siempre un dibujo de un diablo travieso que me bajé de internet. Una vez logré que colocara una foto, aunque apareció del revés. Creo que lo hizo a propósito para que me costara reconocerlo, cosa que no hice. Como casi todos los armariados, apenas ofrece nada interesante que contar.
Rafael, 35 años, Almansa. Dice que es de Alcázar de San Juan y que se encuentra aquí por motivos de trabajo. Curra en una caja de ahorros. Una vez, borracho y a las tantas de la mañana, me tiró los trastos y me animó a que fuera a su casa, pero no debió de estar muy convencido por cuanto no fui. Desde entonces ha tenido apariciones esporádicas. No sé cuáles son sus hobbies ni a qué dedica el tiempo libre, pero mucho me huelo que no debemos tener mucho en común.
Robert, 33 años, Valencia. Aquí el problema lo he tenido yo, ya que he sido yo el que ha rehusado quedar en varias ocasiones. Quizá es por mi falta de libido, quizá por la distancia, el caso es que llevo casi dos años chateando con alguien lo suficientemente interesante como para pasar un buen rato más allá de las distanciadas pantallas de ordenador que nos sirven de medio de comunicación. Hablamos de política sobre todo, despotricamos de los pocos servicios públicos por los que la derecha rancia de nuestro país apuesta, sobre todo en su comunidad autónoma.
Eeoo, 22 años, Almansa. Ni idea de cómo se llama ni ganas de descubrirlo. La última vez que chateé con él me preguntó (más bien me dijo) que para qué servía la tesis que estaba elaborando. No sé ni cómo no lo he eliminado. ¿Quizá porque está bueno y no descarto intentar tirármelo en un momento de desesperación?
José Ramón, 31 años, Almansa. Con este sí quedé. Me dio una vuelta en su coche y durante semanas después estuvimos aplazando indefinidamente jugar al tenis, aunque las horas intempestivas que a él le venían bien lo hacían virtualmente imposible. Desde entonces han pasado muchos meses en los que hemos estado conectados a la vez y no nos hemos dicho nada. Tendré que eliminarlo, puesto que lo más probable es que él haya hecho lo propio conmigo.
Mark, 37 años, Valencia, inglés. Me ha animado muchas veces ha quedar, muchas veces lo hemos hecho pero al final yo siempre me he rajado. En el fondo creo que no me gusta lo suficiente. Hace tiempo que no lo veo por el no-espacio. Me habrá eliminado.
Gary, 40 años, Ontinyent, ingles. Situación muy parecida a la de su compatriota. Antes tenía novio, pero las cosa no les iban bien. Lo eliminé durante un tiempo, pero volví a agregarlo, no sé para qué porque aparte de las ganas puntuales de quedar no hay nada que nos una como seres humanos. He echado un vistazo a las direcciones y no lo he visto. Lo habré eliminado sin darme cuenta. Ninguna gran pérdida, la verdad.
Lobezno, 28 años, Almansa. Quizá él sea el primero cronológicamente en esta lista. Tanto Miguel como Antoñito lo conocen. Hace dos años estaba armariadísimo, pero hoy en día creo que es una figura prominente entre el mariconerío de la zona, de lo cual me alegro por él, sobre todo teniendo en cuenta que hace dos años me contó que aún no había follado con ningún tío. Llegué a pensar que a lo mejor yo podría ser el primero, pero eso fue antes de conocer a Dimas, Raúl, Villenero y todo el tsunami erótico que vino con ellos. Creo que nos eliminamos hace ya mucho tiempo.
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