La figura literaria más trascendente del escritor escocés Arthur Conan Doyle, el inspector Sherlock Holmes, a veces ensombrece la sorprendente talla narrativa de su creador. Sherlock Holmes se ha prestado tantas veces a versiones de dudosa calidad cinematográfica (algo parecido le ocurrió al monstruo de Viktor Frankestein), y a tanta referenciología popular que su origen literario queda aparcado en las injustas cunetas de la literatura de serie B. Nada más lejos de ser así, sobre todo si tenemos en cuenta las narraciones largas en las que el detective privado de Baker Street es protagonista. Arthur Conan Doyle era más narrador de distancias largas (no en vano, era victoriano, aunque de la etapa tardía), y es precisamente en sus novelas donde se percibe su maestría. Una de los aspectos que sorprenden cuando uno se acerca a estas historias de pasmosa deducción lógica, referentes indiscutibles para cualquier narrador de novela negra que se preste, es su predilección por trascender el género lógico-deductivo. De hecho, novelas como "Un Estudio en Escarlata" o "El Valle del Miedo" están estructuradas de manera muy similar: ambas están dividas en dos partes. En la primera, se investiga y resuelve el crimen en cuestión, acaecido en el sur de Inglaterra. En la segunda, se sondea el origen de los motivos de dicho crimen, para lo cual en ambos casos tenemos que retrotraernos un par de décadas y cruzar el Atlántico hasta el nuevo continente. A mi juicio, son estas partes las que hacen que estas dos novelas sean de auténtico interés. En ellas, Conan Doyle se adentra en los mundos oscuros de sociedades que, en principio, fueron creadas para la mejora de las condiciones de vida de sus socios pero que, en cuestión de poco tiempo, derivaron en tiranía y fundamentalismo. "Un Estudio en Escarlata" versa sobre el éxodo de los primeros mormones hacia las tierras inhóspitas de las praderas septentrionales, hasta su asentamiento en Salt Lake City, en medio de las inexpugnables Rocosas. "El Valle del Miedo", por su parte, trata cómo una Logia Secreta se convierte en una verdadera estructura mafiosa en uno de los valles mineros de Pennsylvania.
La predilección de Conna Doyle por temas de intolerancia gremial no se circunscribe a estas dos narraciones, sino que también está presente en una de sus historias cortas más sobresalientes: "Las Cinco Pepitas de Naranja", acerca de los desmanes del primer Ku Klux Klan tras la Guerra de Secesión.
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