Desde que me compré la bicicleta en enero tengo una relación diametralmente distinta con mi entorno, lo que no deja de ser curioso, ya que mi actitud ante el ecologismo y mi curiosidad por conocer el medioambiente son las mismas que antes. Es posible que anteriormente ya hubiera, dentro de mí, un ansia por experimentar, que es ir más allá del simple conocimiento, aunque no deja de ser cierto que dicho ansia estuviera engrilletada a lo anestesiante del día a día.
A medida que mi curiosidad se ha ido viendo satisfecha con la experiencia he descubierto rutas bastante interesantes en las inmediaciones de este pueblo fronterizo por tradición. Entre el Mugrón, hacia el norte, y la sierra de Almansa, hacia el sur, hay múltiples posibilidades para el cicloviajero. Una ruta interesante hacia el Mugrón es la que te lleva hasta el villorrio de San Benito, ya en la provincia de Valencia, a las mismas faldas del Mugrón. Desde allí, puedes seguir hacia el norte, dirección Ayora, por pistas semiforestales. La tranquilidad es abusoluta. Esta opción, sin embargo, tiene varias pegas: hay que pedalear demasiado entre patatales que no tienen el mínimo interés antes de llegar a San Benito, que es realmente a partir de donde la ruta cobra emoción, ya que es ahí donde te adentras en el bosque bajo que rodea el aparentemente inexpugnable Mugrón.
Una mejor elección para pedalear es la que consiste en seguir el camino de tierra paralelo a la entrada sur de Almansa, desviarse hacia las vías del tren, remontar el puente y seguir pedaleando en un falso llano ascendente hacia una casa abandonada. A partir de ahí, te adentras literalmente en un bosque de pinos y carrascas sobre una pista forestal que a veces solamente se intuye. Debes tener mucho cuidado, ya que es fácil caerse, y algunas bajadas son muy empinadas, con lo que el freno lo tienes que tener echado de forma continua. Al final de esa pista vas a parar al camino que lleva al Molino Alto, y desde allí el regreso a Almansa se puede hacer flanqueando La Mearrera. Es recomendable hacerlo por la tarde, ya que a la ida la luz no molesta, y a la vuelta adorna la perspectiva urbana con el castillo de fondo.
En fin, todo es cuestión de seguir pedaleando y descubriendo nuevos detalles en el mismo horizonte de siempre.
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