El año 1975 fue muy importante para las letras anglosajonas, tanto en una lado como en otro del atlántico. En ese año vieron la luz Changing Places, de David Lodge, Wilt, de Tom Sharp y The World According to Garp, de John Irving. Las tres novelas tienen un nexo común: todas ellas exploran, desde un irrenunciable realismo, el mundo académico en referencia al resto de un mundo cada vez más caótico e incomprensible. Las dos primeras optan por la parodia de costumbres, y en ocasiones, el sarcasmo ácido.
En El Mundo según Garp nos encontramos con una de las yuxtaposiciones más inusitadas entre comedia y tragedia en las letras actuales. Se podría considerar como un reflejo del mesianismo contemporáneo que va más allá de la crítica y contempla la compasión hacia aquellos que lo practican y, sobre todo, lo padecen. El mundo según Garp se nos aparece como una especie de evangelio, punto de vista incluido en su propio título. La palabra de Garp es una palabra en la que la redención está en el género, punto de inflexión de encuentro y desencuentro, de comedia y tragedia, de solución y resolución a la largo de toda la novela.
Así como también ocurre en los Evangelios, y en las grandes narraciones occidentales, la novela está repleta de narraciones insertadas a modo de fábulas paralelas o incluso de parábolas. En este caso son las narraciones de TS Garp, escritor destinado a reflejar un mundo lleno de ansiedades sexuales que hereda de su madre, autora de un manifiesto feminista a su pesar.
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