Tengo ganas de escribir sobre la última novela que he leído de James Baldwin, Another Country. Es una novela llena de personajes que no aciertan a saber cuál es la mejor (o la menos destructiva) manera de amar. La obra arranca con el fascinante personaje de Rufus, negro, fatalista, tocador de jazz y angustiado por una vida que le oprime y que no llega a entender. Esa angustia vital le lleva inexorablemente al suicidio. A raíz de él nos encontramos con Vivaldo, blanco de ascendencia irlandesa, pero con la misma sensación de encontrarse, al igual del resto de personajes de este novela en otro país. Vivaldo traba conocimiento con Ida, la hermana del fallecido Rufus, la cual lucha por llegar al meollo de su opresión como persona de color. Tras esa lucha esconde en realidad una profunda frustración vital que tiene origen en cuestiones que trascienden la propia raza, según se muestra en las muchas conversaciones que mantiene con Vivaldo, diálogos en los que se profundiza en la pugna que ambos personajes establecen por conseguir una comunicación que siempre es difícil y que les hace funambulear por los finos derroteros de la infidelidad.
Por otro lado están el matrimonio aparentemente convencional que forman Cass y Richard. Esto último es escritor y este vínculo es el que le une a una persona tan diferente en planteamiento vital como Vivaldo, quien también es escritor pero sin una obsesión precisa por conseguir una promoción que es precisamente lo que Richard ha conseguido por una novela que, según Vivaldo, rezuma mediocridad.
En el sur de Francia nos encontramos con Eric y Ives, en realidad la única pareja que va a funcionar más o menos bien a lo largo de toda la novela. Eric, antiguo amante de Rufus, está enamorado de Ives, un joven francés con el que lleva casi tres años de relación. Eric es actor y quiere volver a Nueva York con el fin de labrarse una carrera en el emergente mundo del cine y la televisión. Esta circunstancia hace que ambos protagonistas se separen y que Eric recupere a sus viejos amigos, a los que encontrará bastante cambiados después de todo este tiempo.
Eric, desde su marginalidad sexual, filtrará los temores y deseos del resto de personajes. Servirá de revulsivo tanto para Cass como para Vivaldo, con los cuales mantendrá sendas relaciones, aunque el resultado de cada una de ellas será bien distinto ya que mientras la primera descubrirá el precipicio que la separa de su marido, el segundo se verá impulsado definitivamente a los brazos de Ida.
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