En la que es sin duda alguna la menor de sus novelas hasta la fecha, Lluís Mª Todó nos traza las intirncadas vidas de tres amigos que, a través de un original juego en el que realidad y fición se funden, se conocen, para luego ir intercambiando experiencias y amantes.
La técnica narativa es duedora de la formación francesa de su autor. Nos encontramos con la narración dentro de la narración, lo que nos lleva indudablemente al Gide de Los monederos Falsos.
El fragmento anotado de la página 38 a la 50 es uno de los pocos en donde se abunda sobre el costumbirsmo homosexual de ambiente en el ámbito de nuestras letras.
Es asimismo una de las pocas novelas donde homosexualidad y compromiso político parecen de alguna manera realacionados (p. 62)
En general, es una de las pocas novelas donde se pasa un examen al faustosismo desenfrenado con el que algunos homosexuales catalanes vivieron los años de la transición, en unos ambientes y con unas costumbres perfectamente trasladables a nuestos días. En definitiva, se pone en tela de juicio “este tren infernal de bares y discotecas y saunas y cuartos oscuros” (p. 244).
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