No se lo digas a nadie
Esta obra recuerda a una especie de bildungsroman cinematográfico. Por una parte tenemos a un personaje central, Joaquín, desde el albor mismo del descubrimiento del deseo al final de la infancia, a través de un periplo personal en el que lucha con más o menos éxito contra los elementos tanto íntimos como sociales que se interponen entre él y ese deseo mismo. Todo eso con el estilo ágil, nada abigarrado de descripciones físicas o psicológicas que suelen caracterizar este subgénero narrativo, tan recurrido en obras cuyo eje central suele ser la sexualidad subvertida de alguno de sus personajes.
La novela tiene un gran contenido sociológico. Desde las primeras páginas nos encontramos imbuidos en una Lima aburguesada (para algunos), sectaria e hipócrita de la que Joaquín inopinadamente aprende que tarde o temprano tendrá que trascender, primero a Miami y finalmente a Madrid, en lo que supone un claro ejercicio autobiográfico por parte de su autor. Durante su adolescencia aprenderá a subyugar un deseo que aparentemente es natural pero cuya represión estará muy lejos de serlo. Lo que contrasta con otras novelas del mismo estilo bildungsrománico es que en este caso el personaje no parece encontrar unos límites muy definidos a su deseo: lo vemos deslizarse en el ambiguo y engañoso campo de la bisexualidad.
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