martes, 26 de marzo de 2002

E.M. Forster: Maurice y otras obras


Muchos críticos aseguran que Maurice es la primera novela modernamente homosexual que se pueda registrar en la literatura occidental. A pesar de ello, nadie la pudo saborear hasta que la década de los setenta irrumpiera sobre un público ya acostumbrado a oír hablar de temas que en el momento de la redacción de la obra habrían sido escandalosos y censurables en alto grado. Escrita en 1914, supuso un giro de algo menos de ciento ochenta grados en la línea narrativa de E. M. Forster, acostumbrado a bisturear por los intrincados morales de la sociedad Post-Victoriana en su Inglaterra natal. Sin embargo, Maurice constituyó su primera tentativa en reflejar en un ambiente claramente homosexual esa crítica a las rígidas costumbres sociales que había utilizado en obras tan célebres como Regreso a Howads End o Donde los Ángeles no se Aventuran. Para ello eligió una atmósfera donde las relaciones homoeróticas habían fluctuado como espíritus traviesos desde hacía siglos: el campus inglés, donde un homosexual culto e inteligente en ciernes se encontraba siempre con la oportunidad de saborear la compañía de sus iguales y llegar a puntos admisibles de camaradería y amistad rayanos en lo, cuanto menos, homofílico.

Contrapuesta a este ambiente de escape y controlada liberalidad, está la siempre hostil manía británica por encauzar los sentimientos por vías puritanas y negadoras del placer mundano en pos de una divina redención. Los personajes de esta novela intentan luchar contra este último elemento en un deseperado esfuerzo por redimir sus más naturales sentimientos en una época y en un lugar donde (cit) lo más fácil era soterrarlos hasta el punto de creerlos aniquilados, como es el caso de Clive, el amante de Maurice en Cambridge que finalmente se rinde ante el temor al más que seguro estigma social y decide casarse y olvidar todo lo disfurtado con su antiguo compañero.

Maurice es además una novela de clases en las que las capas que separan a unas y a otras en la sólida estratificación británica se diluyen en pos del deseo natural y verdadero.

Así, Maurice resulta vencedor en una sociedad que no admite a los de su clase. Para ello se ve obligado a vivir al margen de ella pero para ella misma llevando una doble vida que le permite ser un convencionalísmo agente de bolsa y un amante perfecto para Alec, un simple guardabosques que en su falta de corrupción moral, admite abiertamente el deseo y la pasión que le engarza a un igual.

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