martes, 26 de marzo de 2002

Reinaldo Arenas: Antes que anochezca

El 7 de diciembre de 1990 ReinaldoArenas se suicidaba en un hospital de Nueva York, agonizante como estaba en fase terminal de sida, dejando esta obra autobiográfica como desgarrador testimonio de una vida dedicada a la supervivencia contra la más indigna de las opresiones por el solo motivo de disentir de las peores maneras en el peor de los regímenes: siendo escritor y homosexual en la Cuba pseudorrevolucionaria de Fidel Castro, el cual es retratado de la forma más odiosa e impecable que se recuerda.

Entre páginas de un erotismo desbordante, que en ocasiones entra en contacto con la lírica rememorativa, se esconden las más impresionantes vivencias en una época en la que sobrevivir era, por el mero hecho de existir y pensar de una manera determinada, difícil y en la que lo común era la traición, la deslealtad y el suicidio.

Es dudoso que el régimen castrista, vitoreado incluso en muchos países democráticos por los que el propio Arenas tacha como “comunistas festivos de salón”, haya recibido nunca un varapalo tan grande como estas memorias de quien vivió tan de cerca el ostracismo social al que fue sometido tanto en la cárcel (“el último círculo del infierno”, de acuerdo con sus propias palabras) como fuera de ella.

Pero si es impactante leer los episodios dedicados a la odisea de Arenas por sobrevivir y abandonar Cuba, no deja de ser interesante constatar su desilusión al entrar en contacto con la realidad del primer mundo, aquél en el que sus obras eran reeditadas una y otra vez mientras su espíritu creador luchaba por no perecer en prisión. No podemos sustraernos a la vergüenza de ver la hipocresía subyacente en sus editores a la hora de saldarle cuentas por sus derechos de autor, o en los arribistas que quisiseron aprovecahr el momento con él mientras que otros, “mejores escritores que yo” morían enterrados en el olvido por no estar sencillamente de moda. Toda una invitación a reflexionar sobre los principios de la cultura, vista al descubierto y sin tapujos.

Las memorias de Arenas han de tener una inyección didáctica para todos los que vivimos en regímenes democráticos. Uno no puede evitar pensar en la cantidad de seres humanos sensibles que son implacablamente aplastados por dictaduras que, vengan de la izquierda o de la derecha, se quieran maquillar con el vanguardismo más de moda o no, son dictaduras a fin de cuentas, verdaderos campos de concentración de la verdad y la libertad.

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